viernes, 22 de abril de 2016

Durante el paréntesis...

Un día mientras andábamos paseando, Jean y yo dimos con esta casa. La tarde ya estaba bastante
avanzada y la luz que se colaba entre los árboles tamizaba la atmósfera y los contornos de las cosas.
De pronto, la visión de esa casa junto al río se me asemejó a una acuarela; una acuarela apacible pero melancólica.
¿Sería por las contraventanas cerradas? ¿por la escalera vacía? Imaginé entonces que en alguna ciudad de Francia habría algún niño mirando impaciente el calendario, deseoso de que llegase julio. El verano y un niño me parecieron perfectos
para la casa de las contraventanas azules.

...ha llegado la primavera y han ido alargando los días. 
...me he despedido de la mantita y los calcetines peludos, y he guardado en la despensa la lata de chocolate a la taza.
...he conocido a dos nuevas personitas recién llegadas al mundo: Esteban y Lou.
...he disfrutado de los primeros rayos de sol en mis brazos desnudos.
...he jugado a la petanca por primera vez y me he convertido en un as en la materia (me conocen como la Nadal de la pétanque :D)
...me he comprado el primer vestido para este verano (gracias mami por ir recogerlo).
...he leído muchísimo en trenes e intentado hacerlo en un avión (sin demasiado éxito).
...he empezado a desesperarme por no haber encontrado en mi camino ningún coup de coeur ¡a estas alturas del año!
...he comprado libros nuevos para dar con la ansiada pepita de oro.
y desafortunadamente he escrito muy poquito por aquí y os he echado mucho de menos.

Es cierto que os he seguido la pista por algunas redes sociales más rápidas y breves, pero no es lo mismo. En ninguna de ellas encuentro la cercanía que me gusta, ni me siento como en casa. Así pues, es hora de sacudir las telarañas, adecentar el rinconcito y darle la vida que merece. ¡Qué mejor día para hacerlo que en la víspera del día del libro! 

Lecturas camino de Montpellier
¿Ya tenéis pensado los títulos que vais a comprar para la ocasión? Vaya pregunta ¡seguro que si!

Yo tengo que reconoceros que he hecho algo de trampa y ya me he traído alguno que otro para casa (la tentación de pasar frente a las librerías es demasiado fuerte); y un pajarito me ha dicho que en Alicante me espera el último título publicado de las aventuras de Anne Shirley, ¡un aliciente más para desear bajar volando a casa!

Sea como sea, espero que tengáis todos un muy feliz Sant Jordi. Libros y flores en un mismo día es demasiada belleza como para desaprovecharla. 
Os mando un abrazo enorme y, como prometí hace unas semanas, os dejo con la reseña de Noche y día de Virginia Woolf, un libro que ya he incluido entre mis favoritos.

viernes, 8 de abril de 2016

La casa del profesor de Willa Cather

Willa y flores amarillas, buena combinación.
Y por fin, demos paso a Willa Cather. Ya os hablé por aquí de Pioneros y de Shadows on the Rock (dos novelas suyas que me encantaron), y hoy le llega el turno a La casa del profesor; una novela breve, enigmática y llena de silencios, que me perturbó sobremanera.

Veréis, todo empieza con una mudanza. Corren los años 20 y nos situamos a orillas del lago Michigan. El profesor St. Peter, un prestigioso historiador, está a punto de abandonar el que ha sido su hogar durante más de veinte años. 

La nueva posición de prestigio que ocupa en el seno de la universidad ya no encaja con su vieja casa, algo destartalada y parca en comodidades. Por eso, y para regocijo de su esposa e hijas, toda la familia decide trasladarse hasta una nueva mansión. 
Es entonces cuando el profesor echa la vista atrás y hace balance de lo que ha sido su vida.  La relación que ha mantenido con su familia, los altibajos de su trayectoria académica y por encima de todo el papel que cierto alumno suyo jugo en el desarrollo de ambas.

En los primeros compases de la novela se nos presenta a la familia del profesor, a su esposa, sus dos hijas, sus yernos y el clima familiar que se respira en la vieja casa. Estampas de la vida cotidiana de una familia de clase media-alta, apacibles en apariencia, pero en absoluto idílicas. Muy pronto somos testigos de la infelicidad del profesor St.Peter; del profundo sentimiento de opresión que siente entre los muros de su hogar. Willa Cather describe a la perfección el ambiente cerrado, cálido y asfixiante de la casa; el monótono discurso de unos familiares preocupados únicamente por el dinero, las compras y la posición social. Y frente a eso, dibuja el único espacio liberador de la novela, la vieja buhardilla en la que el profesor puede refugiarse, aislándose de ese mundo hostil y materialista que le rodea. Un sitio en el que resuena con fuerza el nombre de Tom Outland, ese antiguo alumno que entró en su vida como un soplo de aire fresco, para inspirarle y remover su conciencia.


Cliff Palace en Mesa Verde, el lugar donde se desarrolla la
aventura que cambió la vida de Tom Outland y mi parte
favorita de la novela.
No os miento si os digo que sentí una especie de rechazo cuando empecé a leer la novela. Creo que aturdida es la palabra perfecta para describir mi estado mientras avanzaba con la lectura. La estructura y la forma en la que Willa desarrolla su historia es diferente, experimental con respecto a sus otros trabajos. Después de haber leído Pioneros, Shadows on the Rock y Mi Antonia quedé francamente sorprendida con la forma. Dejando a un lado la narración lineal, La casa del profesor está dividida en tres partes claramente diferenciadas; la primera y la última comparten el mismo espacio y el mismo tiempo; pero no así la parte central de la novela, donde Willa introduce brevemente la historia de Tom Outland y sus aventuras en los fascinantes yacimientos de Mesa Verde.

Al principio puede desconcertar un tanto este recurso narrativo; pero pronto me di cuenta de que funciona a la perfección. Willa ya dejaba muy claras sus intenciones al escribir La casa del profesor en su ensayo On Writing

"Justo antes de comenzar el libro vi en París una exposición de pinturas flamencas antiguas y modernas. En muchas de ellas la escena representaba un salón de cálida decoración, o una cocina llena de alimentos y utensilios de cobre. Pero en la mayoría de los interiores había una ventana cuadrada, a través de la que se veían mástiles de barcos o un retazo de mar gris [...] en mi libro intente hacer la casa del profesor ST.Peter sofocante y abarrotada de objetos nuevos [...] hasta que uno terminaba bastante agobiado. Luego quise abrir la ventana cuadrada para dejar entrar el aire que soplaba de Mesa Azul y el elegante desprecio hacia las trivialidades que había en el rostro y la conducta de Tom Outland."


Como un soplo de vida en un mundo viciado, los momentos pasados con Tom Outland fueron los únicos felices para el viejo profesor. En él, en su recuerdo, quedaban los ideales de juventud, de amistad y aventura. Un tiempo de posibilidades y esperanzas que nunca volvería y que se recuerda una y otra vez a lo largo de la novela. 

Ya veis que esta no es una historia alegre ni optimista. Ser testigos de estas reflexiones, hechas en la recta final de una vida, es triste, verdaderamente triste. La impresión final que me dejó La casa del profesor fue lo doloroso e insatisfactorio que puede ser el darse cuenta de haber vivido influenciado por las presiones externas, por la inercia y no por las propias decisiones que uno toma.

Willa Cather visitó las ruinas de Mesa
Verde, Colorado, en 1915. Allí fue donde
encontró la inspiración para escribir
"La casa del profesor".
El profesor St.Peter me recordó en cierto modo a Stoner; no por sus similitudes si no por sus diferencias. Stoner fue siempre fiel a sus principios, incluso aunque eso conllevase hacer infeliz a su familia, y por eso empaticé más con él y con su vida gris que con la de este aclamado profesor; un hombre que terminó traicionando al niño que fue y sus deseos de juventud.

Si vais a acercaros a la obra de Willa Cather por primera vez, yo os recomendaría empezar con Pioneros. Dejad La casa del profesor para más adelante. Los silencios son numerosos en la obra de Willa y quizá en esta novela aparecen con demasiada fuerza. Empezad con las obras en las que describe las praderas del medio oeste que tan bien conocía. Estoy segura de que amareis su estilo, su fuerza única y regresaréis a ella una y otra vez.

Un fuerte abrazo y muy felices lecturas a todos.

PD. Aquí os dejo este completo y fascinante artículo del Smithsonian sobre las posibles causas de la abrupta desaparición del pueblo anasazi (el yacimiento de Mesa Verde es uno de los máximos vestigios de su cultura). Y si os interesa saber un poquito más sobre las posibles causas que contribuyeron al colapso y la desaparición de algunas de las antiguas civilizaciones, os recomiendo este libro de Jared Diamond. Seguro que resolverá muchos de vuestros interrogantes y os hará plantearos muchos otros.