lunes, 16 de noviembre de 2015

La joie de vivre


Que difícil me resulta decir hoy buenos días; retomar mi vida cotidiana cuando la tristeza, el horror y el miedo me tienen casi paralizada desde el pasado viernes. Tengo la sensación de que tendrán que pasar muchos días grises antes de que mi optimismo natural pueda tomar el relevo. Yo hubiese podido estar sentada en la terraza de Le Carillon con Jean, con otros amigos o familiares. Como cualquier otro viernes disfrutando de una Kronenbourg o de un concierto o un espectáculo reservado con expectación y alegría. ¡Qué afortunados fuimos de estar a salvo en casa!

Los atentados de enero contra Charlie Hebdo fueron un duro golpe; a partir de entonces aprendí a compartir metro y acera con militares fuertemente armados; una presencia que, contradictoriamente, me hacía sentir segura e inquieta al mismo tiempo. "Si los soldados patrullan así, es porque algo puede pasar en cualquier momento." Intentaba no pensarlo, intentaba mirar hacia delante sin temor y aún así…ahí estaba el miedo. 

Los terribles acontecimientos del viernes fueron el clímax de estos meses enrarecidos, de esa espera temerosa; y lo peor de todo es que las consecuencias todavía pueden ser más terribles. Temo la utilización política que pueda hacerse de los atentados, el aumento de la inmensa brecha que separa a la sociedad francesa (brillántemente descrita en este artículo) y también la suerte de los pobres refugiados que simplemente huyen de nuestros mismos enemigos y nuestros mismos miedos (vídeo).

Se que en este rinconcito nunca hablo de política. Muy pocas veces me hago eco de la terrible realidad del mundo en que vivimos. Y es que, lo concebí como un refugio donde encontrar belleza, inspiración y descanso a través de la lectura. Pero hoy tenía que hacer una excepción. Necesitaba haceros partícipe de este profundo dolor que llevo dentro. De estos días de reclusión que he vivido en casa. Quizá porque, como bien se dice, las penas compartidas son menos penas. 

Hoy es lunes y, aunque París se ha despertado bajo un cielo gris y nublado, he decidido no dejarme llevar por la tristeza. Aunque me cueste a horrores. Me he levantado dispuesta a recuperar la joie de vivre; esa alegría de vivir que, tontamente, han querido reivindicar como francesa. ¿Acaso solo los franceses saben disfrutar de los placeres de la vida, del amor de los suyos, de todas las alegrías que este mundo tiene que ofrecernos? No, eso no depende ni es exclusivo de ninguna nacionalidad; depende de la humanidad que cada uno lleva dentro. Esa humanidad de la que carecen los fanáticos; los amantes de la muerte, consumidos por la religión y la ira.  
¡Pobres imbéciles! Desperdiciar así el tiempo efímero, pero maravilloso que tenemos. Por eso hoy, en homenaje a todos los que se han ido, me comprometo a seguir viviendo sin miedo y en libertad: escribiendo, leyendo, amando y levantando la voz por todo en lo que creo.

Venga John, canta. Canta, llévate el miedo y trae contigo la esperanza.

"Imagine there's no heaven
it's easy if you try
no hell below us
Above us only sky
Imagine all the people living for today"

PD. Muchísimas gracias a todos por los ánimos que me habéis dado estos días. Mañana seguimos hablando de libros, seguimos compartiendo alegrías. Un abrazo enorme.

Fluctuat nec mergitur

lunes, 9 de noviembre de 2015

Notas de octubre

Última instantánea del otoño en el Canal Saint-Martin y algunas de mi viaje
y estancia en Alicante: mucha repostería con mi madre, un poco de Poe en Halloween y
lecturas que ya huelen a invierno.
Con un poquito de retraso aquí tenéis por fin las notas de octubre. Me hubiese gustado publicarlas un poquito antes, pero pasé los últimos días del mes en Alicante, con mi familia, y ya sabéis lo que eso supone para el blog. Ahora ya estoy de nuevo en Francia; he puesto orden en el mini piso, he recogido las maletas y ya estoy lista para hacer balance de las cosas que me han gustado en octubre.


En un sobre con remitente británico llegan tres buenos
invitados
el Biannually y dos nuevos marcapáginas.
- Empezamos con la sorpresa que me encontré en el buzón nada más llegar a casa; un punto y final perfecto para terminar el mes. Acabábamos de llegar del aeropuerto, cargados con las maletas y algo cansados, y cuando abrí el buzón para recoger el correo acumulado…¡ahí estaba el nuevo Persephone Biannually!
Dentro: un relato de Winifred Holtby, fotografías de Thèrese Bonney, un interesante artículo sobre mujeres que en su día se opusieron al sufragio femenino... y como no los nuevos libros que se incorporan al catálogo, uno de jardinería y dos novelas muy tentadoras. La primera de ellas Greengates, narra la nueva vida de una pareja que decide reformar una casa en el campo y la segunda Maman, What Are We called Now? está ambientada en la Francia de la Ocupación y ¡estoy deseando leerla! 

- Otras dos buenas sorpresas me llegaron en los primeros compases del mes. La primera fue la noticia de la publicación en castellano de La tierra de los abetos puntiagudos de Sarah Orne Jewett, a manos de la editorial Dos Bigotes; una novela que se convirtió en una de mis mejores lecturas del 2014 (y podría decir de mis 28 años) y que os recomiendo de corazón. La segunda sorpresa casi me supone un soponcio. Ya había perdido toda esperanza, y de pronto, llegó la noticia...¡vuelve Gilmore Girls! ¡vuelve Stars Hollow! Quienes sintáis tanto cariño por esta serie, comprenderéis mi alegría. Merecíamos un final distinto. Merecíamos el final escrito por Amy Sherman-Palladino y ¡al fin va a ser nuestro!

- En el apartado de artículos disfruté mucho con este de Jot Down dedicado a librerías y libreros heroicos; este de The Guardian, en el que varios escritores dan consejos a jóvenes colegas, y este de La Vanguardia dedicado a Zenobia Camprubí y a la reciente publicación de un libro donde se recogen algunos de sus artículos, relatos, poemas y conferencias.
Diario de juventud. Escritos. Traducciones es un homenaje a una mujer culta, avanzada y pionera en la reivindicación de los derechos de la mujer que merece la pena ser descubierta.

- El broche final lo pone la exposición de Élisabeth Vigée Le Brun en el Grand Palais que pude visitar a principios de mes. Una absoluta maravilla.
Antes de ver la muestra apenas conocía los célebres cuadros que Le Brun dedicó a la reina Maria Antonieta; pero su obra está muy lejos de limitarse a eso. A lo largo de su longeva vida Élisabeth pintó más de 660 obras,  en su mayor parte retratos de miembros de la nobleza, de sus propios familiares y varios autorretratos, llegando a  convertirse así en uno de los pintores más alabados de su época.
Todos sus cuadros tienen un estilo propio, favorecedor y delicado; un aura de exquisita belleza y elegancia.  Al contemplarlos es fácil imaginar el furor que causaban entre las clases adineradas.
Por las distintas salas que componen la exposición, uno puede seguir con facilidad las etapas que marcaron la vida de esta pintora precoz: su formación, el éxito, el periodo como pintora de la familia real y finalmente su exilio tras el estallido de la Revolución. Un viaje que se termina con el periplo de Élisabeth por las distintas cortes europeas de Italia, Viena, San Petersburgo y más tarde Inglaterra; un exilio de más de diez años que no supuso el fin de su fama, si no su consagración a nivel internacional.
Si tenéis la oportunidad de venir a París durante estos meses, no dudéis en reservar un momento para visitar esta magnífica exposición. Para abrir boca podéis escuchar esta emisión de France Culture y este documental de Arte consagrados a Elisabeth; ambos son magníficos.


Retrato de Lady Hamilton, Retrato de mujer, dos autorretratos, Retrato de la
comtesse Skavronskaia y el escándaloso Retrato de la reina Marie Antoinette 
en chemise.
Y para terminar, como siempre, un repaso a lo que leí el pasado mes. Un coup de coeur, cuatro buenas lecturas y una decepción no son un mal balance.



Le silence de la mer de Vercors fue mi coup de coeur del mes. Nunca el silencio en un libro pudo ser más revelador. Os hablaré con tranquilidad sobre el en la reseña. 5/5
Ritos funerarios de Hanna Kent me gustó mucho en su planteamiento, en la capacidad de la autora para crear la atmósfera de la novela: el frío, las imágenes que dibuja del desolado paisaje islandés, la soledad de la vida de Agnes, la dureza de las descripciones, la suciedad, el olor de la sangre...pero me faltó fuerza en los personajes, en las relaciones que traban entre si mismos y que sustentan el mensaje final de redención de la novela. 3/5
Une odeur de gingembre de Oswald Wynd ha sido para mi una de esas lecturas en las que, capítulo tras capítulo, fui perdiendo el interés hasta sentirme tentada a abandonar; y mira que me dio pena, porque la historia prometía muchísimo. En esta novela epistolar ambientada en 1903,  una joven escocesa narra el viaje que emprende hasta Pekín para reunirse con su futuro esposo, un agregado colonial. El levantamiento de los bóxers aún está muy presente entre la asustada población europea y Mary, entre miedo y fascinación por la cultura oriental, deberá acostumbrarse a su nueva vida. La verdad es que el contexto histórico y la ambientación es lo que más me ha gustado de una historia que me ha resultado terriblemente larga. 2/5
Sheila Levine ha muerto y vive en Nueva York de Gail Parent ha sido la risa del mes. Sheila Levine es Lena Dunham sin la ambición literaria, Carrie Bradshaw sin la talla 36. Todas comparten los líos de una noche, la dura misión de sobrevivir en Manhattan y la temida soltería, la mayor maldición de cualquier mujer neoyorquina. No importa que una sea de los 70, otra de los 90 y otra del nuevo milenio; los caminos se cruzan y las situaciones se repiten. 
"Sheila cariño, es mejor que busques marido cuando aún estás en la Universidad. En cuanto acabas, cada vez se vuelve más difícil."
Mi edición francesa de la novela y la española recién
publicada por Libros del Asteroide.
A sus casi 30 años Sheila, judía, regordeta y poco atractiva, es una desgraciada. Tiene un trabajo de mierda, un piso igual de asqueroso y, ante todo, es una fracasada. Programada desde la infancia para el matrimonio Sheila Levine ha fallado en la misión de su vida: a sus 30 años todavía sigue soltera (y no parece haber perspectivas de cambio).  Ante esto la única solución viable es suicidarse y despedirse a lo grande.  Por eso, se busca una buena tumba, el féretro, la inscripción perfecta para su lápida y un rabino a la altura de la ocasión; y mientras prepara su carrera hacia la muerte nos lega una serie de confesiones, tristes en ocasiones, pero hilarantes la mayor parte del tiempo.
Directa, mordaz y sin pelos en la lengua, esta mítica novela de Gail Parent es una delicia. En sus confesiones, su protagonista no se guarda nada: sus deslices con el diafragma, la "inolvidable" perdida de su virginidad, sus relaciones sexuales de dudoso gusto, su lucha contra la báscula…todo ello aderezado con un humor negro e inteligente, que resulta la mejor baza de la novela. La serie de infortunios que conducen a Sheila hasta el suicido, pese a tener ya más de cuarenta años, os van a sonar familiares y de plena actualidad. Lo que se espera de una mujer, en bastantes aspectos, no ha cambiado demasiado. Así que si estáis dispuestos a reír un buen rato, no os la perdáis; si estáis solteras, y estáis orgullosas de serlo, quizá riáis el doble.
Sheila Levine ha muerto y vive en Nueva York ocupa, con todos los honores, el año 1972 de mi Century of Books.

Lucy Carmichael de Margaret Kennedy también tendrá su propia reseña. El tiempo que empleé en despegar las páginas de mi ejemplar mereció la pena. La historia de Lucy y el estilo de Margaret Kennedy me han recordado a otra autora que me está dando grandes alegrías D.E Stevenson; aunque debo decir que Kennedy va un paso más allá y su historia tiene una profundidad que quizá le falte a Stevenson. En la voluntad de Lucy de empezar de nuevo, después de un fracaso amoroso, y de levantar la comunidad del pequeño pueblo que la acoge, he encontrado reminiscencias de otra novela comprometida e inolvidable, South Riding de Winifred Holtby. Dejadme un poquito de tiempo y os hablaré con tranquilidad de ambas. 

Y para terminar, Une vie de Maupassant, un concentrado de emociones y tristeza difícil de soportar por momentos. ¿Cuánta desgracia puede caber en una vida?  Si Jeanne Le Perthuis, la protagonista de la novela, tuviese que responder, diría que demasiada. La novela narra la vida de Jeanne, desde su niñez a la vejez, y el cúmulo de pequeñas alegrías, decepciones y desilusiones que la componen. Es una historia triste, como lo son todas las que cuentan como los sueños de juventud de uno acaban desmoronándose. Y pese a todo, me ha parecido una lectura de melancólica y extrema belleza. Muchos son los temas importantes que Maupassant toca en su novela: la familia, la riqueza, el amor, el adulterio y, en especial, la deficiente educación que en el siglo XIX recibían muchas jóvenes. Una educación creada en torno a las bondades domésticas y a la idealizada felicidad conyugal, que en muchas ocasiones chocaba con la posterior realidad del matrimonio. Ese es precisamente el destino de Jeanne y su desgracia. 
Las descripciones de Normandía, de la imponente mansión de los Le Perthuis, de Rouen bajo la lluvia; de Étretat, su bahía y sus acantilados, me han parecido preciosas. Un clásico francés que os recomiendo sin dudarlo.

Espero que alguna de estas lecturas os haya picado la curiosidad y podáis disfrutarlas tanto como yo. 
Un abrazo grande a todos y que tengáis un muy feliz mes de noviembre.


Primeros días de noviembre en París