lunes, 30 de mayo de 2016

Mrs. Palfrey at the Claremont de Elizabeth Taylor


Una tarde cualquiera de café y lectura.
Como ya os dije en entradas anteriores, Mrs. Palfrey at the Claremont resultó ser una muy buena lectura. Triste y dura por momentos, pero en cualquier caso, impecable.

Recuerdo perfectamente que este fue uno de los primeros libros de Elizabeth Taylor que compré mientras dotoreaba por las estanterías de Gibert Jeune. Por aquel entonces muchos de los libros de la sección de bolsillo todavía estaba ordenados por editoriales, y a mi me era imposible no acercarme al rincón de la Petite Bibliothèque Payot- Rivages.
Así fue como Mrs. Palfrey llegó a mi vida.

Corren los años 70 cuando Mrs. Palfrey llega con sus maletas al hotel Claremont; un establecimiento que, pese a su buena posición en el barrio de Kensington, tiene mucho más de residencia de ancianos que de lugar de prestigio. Entre los muros del hotel, los distintos huéspedes (ancianos en su gran mayoría) ven pasar los días en absoluta monotonía. Se suceden las mismas rutinas, las mismas comidas e incluso las mismas conversaciones. Lo único que da un poco de chispa a su existencia es la velada competición que unos y otros llevan para ver quien recibe más visitas de amigos y familiares.
La pobre Mrs. Palfrey, completamente olvidada por su hija y su único nieto, es el lastimoso farolillo rojo de la competición. Pero todo cambia cuando un accidente la lleva a conocer a Ludo, un joven escritor que también vive enfrentado a la soledad.



Como veis por la fotografía, ya han pasado varias semanas desde que terminé esta novela, pero os escribo sobre ella con la emoción intacta. Mrs Palfrey at the Claremont es uno de esos libros que permanecen con uno incluso mucho tiempo después de haberlo terminado; puede que sea por lo bien escrito que está, por las emociones que desbordan sus páginas o quizá simplemente porque toca uno de esos temas cotidianos al que a veces es tan difícil enfrentarse, la llegada de la vejez.

La forma en la que Elizabeth Taylor evoca este periodo de la vida es sincera y sin concesiones. No solo muestra los estragos físicos que el paso del tiempo deja en el cuerpo, si no también los que ocasiona en el espíritu. Mrs. Palfrey lo dice en la novela: "El mayor desastre de la vejez es no sentirse capaz de aventurarse a hacer cosas por uno mismo, ver reducida tu libertad".


Duele tanto ver como rememora aquellos tiempos en los que tenía un hogar propio, la libertad de fijar sus propios horarios; de no temer salir a la calle sin rumbo fijo, sin tener que reducir su campo de acción a las calles adyacentes del hotel Claremont, por miedo a una caída, por miedo a la fatiga, a perderse si la memoria juega una mala pasada...
Y aún más doloroso es ver el aislamiento que a veces trae consigo la vejez, la falta de lazos con el exterior. El mundo reducido a una habitación, a una casa propia en el mejor de los casos, a una residencia cuando no existe otra solución. 

Elizabeth Taylor y una escena de la adaptación cinematográfica
de Mrs.Palfrey at the Claremont con Joan Plowright y Rupert
Friend en los papeles protagonistas.
En la novela Mrs. Palfrey y Ludo, viven pequeños momentos de complicidad y entusiasmo que aligeran la atmósfera y nos ayudan a tomar un respiro. Pero Taylor no nos lleva a engaño, la suya es una relación interesada, desprovista de sentimentalismos. Mrs. Palfrey se sirve de él haciéndolo pasar por su nieto ante el resto de huéspedes del hotel, y Ludo se sirve de ella como objeto de estudio para su próxima novela. El tema central de la historia, la soledad que ambos comparten, siempre está bien presente.

Leer a Elizabeth Taylor supone vivir una experiencia intensa; no entiendo como una escritora con su pericia haya podido ser víctima de tal olvido. Taylor siempre encuentra las palabras exactas para capturar una emoción, un momento o un lugar; los hace reales, los llena de vida. Sus personajes respiran, ríen, sufren y deambulan ante nuestros ojos. En ocasiones felices, a menudo melancólicos.

Mrs. Palfrey at the Claremont describe a la perfección la melancolía de la vejez, los ritos que la acompañan, la larga espera de una llamada, de una invitación o de una visita en el mejor de los casos. Es una lectura que invita a la reflexión y a la toma de conciencia. Yo no puedo más que recomendárosla, y deciros para terminar (aunque sea algo tan obvio), que si tenéis todavía con vosotros a vuestros abuelos, o si cruzáis en vuestro camino una persona mayor, (una vecina, un desconocido en el autobús)... por favor, sed amables y pacientes; no podemos imaginar el enorme valor que puede tener un simple gesto de amabilidad, un amago de conversación.

Un fuerte abrazo a todos y muy felices lecturas.

PD. Mrs. Palfrey at the Claremont ocupa el año 1971 en mi Century of Books
PD1. Podéis encontrar dos novelas de Elizabeth Taylor (La señorita Dashwood y El juego del amor) en el catálogo de la editorial Ático de los libros

viernes, 27 de mayo de 2016

Últimas incorporaciones a la estantería...

Hice esta foto el 1 de mayo, de ahí el ramito de muguete.
¡Hola a todos!

Estas últimas semanas han sido un pequeño caos y apenas he tenido tiempo de pasar por el rinconcito; pero, ahora que ya estoy tranquila en casa, pongámonos un poco al día. Tenía pendiente enseñaros los libros que compré en el último Sant Jordi y, en general el mes de abril, así que empecemos por ahí.
Ya se que vuestras lista de pendientes nunca decrecen y que tendréis en el punto de mira un buen puñado de títulos; pero como los IMM me parecen una forma perfecta para descubrir nuevos autores, no quiero perder la costumbre de compartir los míos con vosotros. 
De los libros que os enseño en esta entrada ya puedo recomendaros dos (aunque uno lo haga prematuramente, tengo confianza en no equivocarme). Pero bueno, no me adelanto. Primero las presentaciones. 

Empiezo con la recomendación prematura, la biografía de Edith Wharton escrita por Hermione Lee. Es el libro que tengo ahora mismo entre manos (no me despego de el ni para desayunar) y me está pareciendo excelente. No es una biografía estructurada en un estricto orden cronológico; en ocasiones Lee aborda en un mismo capítulo una experiencia vital de Edith, un momento o una relación personal en toda su extensión, volviendo después a un episodio anterior. Esto supone algunos saltos de tiempo que pueden parecer enrevesados en un principio; pero, no os preocupéis, el resultado es coherente y muy ilustrativo.
Una de las cosas que más me está sorprendiendo es la vida tan europea que llevó Edith. Entre los viajes a Europa que hizo en su infancia y adolescencia, los de su época de casada y su posterior instalación definitiva en Francia... ¡apenas tengo la impresión de que pasase tiempo en América! Ahora comprendo bien que tuviese en su haber más de sesenta travesías transatlánticas.


Desayunando con Edith
El otro libro de la foto que ya puedo recomendaros es Lo que queda del día de Kazuo Ishiguro. ¡Qué fineza al escribir, qué profundo y maravilloso retrato psicológico de Mr. Stevens consigue Ishiguro! Quizá la sinopsis del libro pueda llevar a engaño. Pero no os dejéis guiar por una primera impresión, ni espereis encontrar en "Lo que queda del día" una historia en la órbita de Downton Abbey. Si, tenemos una mansión inglesa; si, tenemos a sus habitantes, las costumbres y los ritos que dictan su día a día. Pero no esperéis acción, ni intrigas.  Estas son las confesiones íntimas de un mayordomo británico enfrentado al ocaso de su profesión. La historia de un hombre que antepuso siempre sus obligaciones y su oficio, a su vida personal.
No gustará a todos, pero yo no puedo más que recomendárosla.

Y ahora el puñado de libros que aún tengo por leer. Seguro que muchos habéis oído hablar de El viento en los sauces de Kenneth Grahame. Es un clásico infantil británico cuya lectura siempre he ido posponiendo. El libro cuenta las aventuras de un pintoresco grupo de amigos formado por una rata, un topo, un tejón y un sapo. La edición francesa que he comprado está ilustrada y las imágenes y los animales que las protagonizan me han recordado a mi querida Beatrix Potter. Ojalá  Grahame consiga conquistarme como lo hizo ella.

La recopilación de relatos de Margaret Drabble, Une journée dans la vie d'une femme souriante, escritos entre 1967 y el año 2000, es otra apuesta inglesa. Hace apenas un mes que se publicaron por primera vez en Francia y, que puedo deciros; estas trece pequeñas historias que relatan instantes cotidianos e íntimos de la vida de varias mujeres, prometen ser una joya. Laura, gran admiradora de Drabble, ya me la había recomendado en varias ocasiones, y estoy segura de que acertará con su insistencia. 
La hermana de Margaret Drabble, A.S Byatt, me conquistó completamente con Posesión, una novela que ya está entre mis favoritas. Veremos si sigue la buena racha con la familia.

Y una novela que promete un rato divertido es Las aventuras de Cluny Brown de Margery Sharp. En la sinopsis la presentan como una deliciosa comedia británica que describe (no sin un punto de crítica maliciosa) la situación de las mujeres inglesas en los años 30 y su duro camino hacia la emancipación. Sharp es una autora muy querida entre los blogueros británicos que sigo asiduamente, así que tengo esperanzas de que este sea el comienzo de una gran amistad con ella.

Vicki Baum, algunas portadas francesas de sus novelas y el cartel de la
adaptación cinematográfica de "El lago de las damas" (producción francesa) 
Antes de salir hacia América, hacemos una última parada en Europa de la mano de Vicki Baum y su Lago de las damas. Descubrí a Baum en una de mis últimas batidas libreras en Gibert Joseph. Me suelen gustar casi todos los títulos que la editorial Phébus publica en su colección Libretto, así que no dudé en darle una oportunidad a otra autora de su catálogo. 
Las historias de Vicki Baum están ambientadas en su gran mayoría en hoteles y lugares de reunión de la alta sociedad europea. En esta ocasión el protagonista es un joven ingeniero, con dificultades económicas, que busca diversión a buen precio en una estación balnearia del Tirol austriaco. Su esperanza quizá pase por encontrar a una rica protectora que lo cobije bajo su ala. 
La editorial presenta la novela como "un retrato fresco e irónico de las relaciones entre hombres y mujeres en la época de entre guerras". Veremos si resulta un viaje agradable.

Y para terminar un poco de literatura norteamericana con un testimonio de pioneros del Oeste (ya os hablaré un poquito de Ma captivité chez les Sioux de Fanny Kelly en la próxima entrada) y una historia del viejo Sur durante la guerra de Secesión. 
La esclava libre de Robert Penn Warren cuenta la historia de una rica heredera de una plantación sureña que ve como un golpe del destino la despoja de todo lo que había creído suyo. Ambientada en Kentucky en los albores de la guerra de Secesión, La esclava libre y su bella protagonista Samantha Starr siempre permanecieron bajo la sombra de otra famosa heredera sureña (¡Señorita Escarlata!). No puedo juzgar por mi misma si este olvido es merecido, porque todavía no he leído Lo que el viento se llevó. Ya os tendré al corriente de como acabo con ambas. 

Et voilà c'est fini! Hasta aquí el repaso a los últimos inquilinos de mis estanterías. Bueno, mentira. Acabo de volver de Londres. Stop. Llevaba una maleta grande. Stop. Las tradiciones londinenses no se rompen...¡vamos, que si! ¡que pronto os llevo conmigo a dar un paseo allende la Mancha y os enseñaré los libros que me traje conmigo :)

Un fuerte abrazo y muy felices lecturas a todos.

jueves, 5 de mayo de 2016

Notas de abril y últimas lecturas

Saqué esta fotografía el año pasado por las mismas fechas. También llovía.
Llega mayo y toca hacer recuento de los pasados meses. Marzo y abril fueron bastante lluviosos y desapacibles por aquí. Por cada día soleado salían cinco grises; pero bueno como decimos por aquí il faut faire avec. No se si os ocurre a vosotros, pero a mi estas semanas invernales, que transcurren entre el fin de las fiestas de Navidad y la llegada de la primavera, siempre me parecen un momento de calma, de monotonía, de espera.  Es cierto que el tiempo en el que las estaciones condicionaban con fuerza nuestro día a día quedó atrás, pero supongo que algo queda en nuestra naturaleza pidiendo renacer con la llegada del buen tiempo.

Que os puedo decir, París empieza a estar precioso estos días. Me encanta ver las caras de los turistas que han elegido venir en primavera. Ya no van cargados con chubasqueros, ni haciendo malabares con los guantes para comerse los crêpes callejeros. Ahora invaden felices las sillas verdes del Jardín de Luxemburgo, los quais del Sena y las escaleras de Montmartre. Hasta la música del acordeón de turno tocando  Edith Piaf debe resultarles aún más irresistible.

En marzo y abril a mi me gustó pasear bajo la lluvia; no tanto los efectos de la humedad en mi pelo (Hola, soy el rey león); me gustó comer en este restaurante de Narbona (que os recomiendo encarecidamente si visitais la ciudad) y pasear de nuevo por las estanterías de Sauramps en Montpellier. No me gustó compartir cena con algunos individuos dotados de encefalograma plano y abultada cartera; pero si reírme por lo bajito de su ridícula existencia.  Me gustó disfrutar de buenas lecturas y de buenos momentos frente a la pantalla (mayoritariamente del ordenador, porque ya me he dado por vencida con la tele) y como pequeña muestra aquí os dejo una lista con algunos de mis mejores momentos:

- Estos meses he vuelto a leer a Walt Whitman y me he enfadado mucho conmigo misma por no haberlo hecho antes. A veces pienso que debería leerlo con la religiosidad con la que antaño los creyentes leían los salmos.

"Juro que empiezo a ver el significado de todo esto.
No es la Tierra, no es América lo que es tan grande.
Soy yo el que lo es, o lo ha de ser; eres Tú, ahí arriba, o cualquiera.
Lo es caminar, a buen paso, por civilizaciones, gobiernos, teorías,
por poemas, festivales y espectáculos, para formar individuos."

- Me ha encantado leer las reflexiones de Rafael Argullol sobre el provinciano global.

-  Y también la serie Peaky Blinders, que he devorado en pocos días. Siempre he tenido debilidad por las historias de los bajos fondos y sus bandas, y lo cierto es que la familia Shelby es material de primera. ¡Vaya actuaciones! Cillian Murphy...a tus pies.


Walt Whitman, "Étretat" de Monet, imagen de la princesa Kaguya y Cillian
Murphy como Tommy Shelby.

- La película "El cuento de La princesa Kaguya", una de las últimas creaciones del estudio Ghibli me ha parecido una joya. La historia, las imágenes, la música...¡cuánta belleza! Si no la habéis visto ¡rápido, no esperéis más!

- Y si estáis interesados en la historia de la antigua Roma o incluso si sois novatos en la materia, os invito a ver la nueva serie de documentales de Mary Beard, Mary Beard's Ultimate Rome: Empire Without Limit que está emitiendo la BBC Two. De momento podéis ver aquí el primer capítulo. A mi Mary Beard, con su pasión y su forma rigurosa y amena de hacer historia, nunca me decepciona.

- Por último me encantó visitar la exposición L'atelier en plein air/Les impressionnistes en Normandie en el Jacquemart-Andrée. Si os gusta el movimiento impresionista y visitáis París estos días no podéis perdérosla. Mientras paseaba por las distintas salas, y me maravillaba con la luz de los cuadros, no podía evitar pensar lo mucho que echo de menos la costa normanda. El mediterráneo es mi mar, pero la fuerza de las olas en los acantilados de Étretat y Fécamp me hace sentir especialmente viva. El viento, las playas de guijarros, la promesa de Inglaterra en el horizonte...adoro cada imagen de ese rincón de Francia.

Y como no, antes de cerrar la entrada, un pequeño repaso a lo que leí en marzo y abril. Como veis en la foto de familia, Charlotte Brontë ha sido la gran protagonista. Después de leer la célebre biografía que le dedicó Elizabeth Gaskell ya no pude parar; a esta le siguieron "Villette" y las relecturas de "Jane Eyre" (una tradición anual, como lo es releer un Austen) y de "El profesor" la primera novela de Charlotte. Ahora solo me queda "Shirley" en la recamara y "Agnes Grey" de la benjamina Anne. No creo que vaya a hacerles esperar demasiado. Me niego a despedirme de Haworth todavía.

Hasta mi mini árbol está contento con la llegada del buen tiempo. Nunca fue más
cierto el dicho: Marzo ventoso y abril lluvioso hacen un mayo florido y hermoso.
¡Olé!
Mrs Palfrey at the Claremont de Elizabeth Taylor fue otra excelente lectura, pero tremendamente triste. Os contaré más en la reseña.

Reencuentro de Fred Uhlman y La belle de Joza de Kveta Legátová fueron dos lecturas breves pero intensas. Dos instantes de vida, de amor y amistad en los albores y bajo los días aciagos del III Reich.

Reencuentro de Fred Uhlman centra su atención en la amistad que surge entre el hijo de un médico judío y el descendiente de una ilustre familia protestante. Corre el año 1932 cuando Hans y Conrad se conocen en los bancos de un colegio de Stuttgart. El respeto inicial que se muestran ambos, pronto se convierte en una amistad profunda y sincera. Pero el clima turbulento que llega de la capital pronto alcanza la apacible ciudad de provincias. Los preceptos del nacionalsocialismo avanzan y de pronto una amistad semejante deja de ser posible. Reencuentro es una novella pausada y poética. Cuando vas avanzando con ella, te parece casi imposible que de un momento a otro todo vaya a bascular. Pero la ruptura llega y no puedes más que contener la emoción hasta la última línea. Una última línea que en esta ocasión da sentido a toda la novela. 
Os la recomiendo totalmente y le asigno con honores el año 1971 en mi Century of Books.

La belle de Joza de Kveta Legátová fue publicado en castellano como La Transformación, y lo cierto es que el título no podía ser más acertado. El periplo de Eliska, una joven doctora checoslovaca que debe esconderse en las montañas para escapar de la Gestapo, tiene mucho de transformación completa. En su nueva vida, Eliska se forja una nueva identidad a través del amor, de la cotidianidad y del contacto con la naturaleza. La narración de su periplo tiene mucho de antiguo cuento eslavo, su misma atmósfera, sus mismos momentos de crueldad y bondad en medio de los bosques. Momentos tiernos y solidarios entre personas que acaban de conocerse apenas, pero que te hacen creer en la belleza y en la bondad humana. Ya lo dice Eliska en la novela: el hombre avanza imparable, entre amor y violencia, entre humanidad y crueldad, como una eterna rueda de molino. Eliska y el campesino Joza, encuentran la paz en su aislamiento, pero inevitablemente la guerra acaba por encontrarlos. Me ha gustado muchísimo esta pequeña novela. Su autora Kveta Legátová empezó su carrera literaria a los 82 años; celebro que decidiese dar el paso.


En esta ocasión todas las novelas están disponibles
en castellano.
Estación Victoria a las 4.30 de Cecil Roberts, publicada en 1937, fue la lectura más entrañable del montoncito. No es una novela con una trama central, si no la historia fraccionada de 13 personajes con orígenes y motivaciones muy dispares. La única cosa que tienen en común es que todos tienen un billete para el tren (Night Ferry) que sale a las 4.30 de la londinense estación Victoria. Allí es donde todos se congregan para proseguir sus viajes al continente. 
La primera parte de la novela sirve como introducción de las distintas historias y la segunda entrelaza los destinos de algunos de los pasajeros, desvelándonos el final de su viaje. Aparecen así un famoso director de orquesta que se dirige a Salzburgo, una pareja de recién casados, un escritor víctima de un bloqueo que busca inspiración en el continente, un viejo general ruso reconvertido en guía turístico para gente adinerada...una galería de personajes encantadores con los que es muy agradable compartir travesía. Si sois de los que hacéis conjeturas sobre vuestros compañeros de viaje cuando subís a un tren o a un avión, estoy segura de que disfrutareis de Estación victoria a las 4.30. Fue publicado en castellano en la colección Los novelones de la ser, será fácil que deis con algún ejemplar en alguna librería de ocasión. 

En la playa de Chesil de Ian McEwan fue por su parte una de las lecturas más tristes. McEwan cuenta la historia de una joven pareja en su noche de bodas. Básicamente la tragedia silenciosa que tiene lugar en un pequeño hotel de la costa de Dorset y las causas que llevaron a ese desenlace. Brevemente y alternando los puntos de vista, McEwan muestra como se conocieron y enamoraron el joven historiador y la prometedora violinista; y como sus miedos, el pudor y la falta de comunicación les llevaron al desastre. Me sentí realmente incómoda, triste e impotente mientras leía esta historia. ¡Cuántas parejas habrán sufrido la situación que se describe en la novela! No me gustó tanto como Expiación, pero confirma lo mucho que me gusta la escritura de McEwan.

Y hasta aquí el repaso. Este mes si que me atrevo a recomendaros todos los libros que han aparecido en la entrada. A ver si sigue la buena racha en las próximas semanas. 

Un fuerte abrazo y muy felices lecturas a todos.