martes, 29 de septiembre de 2015

Someone at a Distance de Dorothy Whipple

Sin duda una de mis portadas favoritas
Como ya os dije en otra ocasión, Someone at a Distance es uno de los títulos Persephone que más cariño despierta entre los lectores. En el catálogo Persephone está situado justo detrás de Mariana, otro de los clásicos de la editorial, y se presenta como "un relato bastante ordinario sobre la destrucción de un matrimonio feliz". Lo cierto es que puede parecer sorprendente que una historia tan "banal" pueda aportar algo nuevo a la larga lista de novelas que abordan las bondades y las desdichas del matrimonio. Pero dejadme que de la razón a todos los que han quedado cautivados con la novela; pese a los lugares comunes, Someone at a Distance tiene una luz propia que lo hace desmarcarse. 

Veréis, la premisa es bastante sencilla. Corren los años cincuenta, Ellen y Avery comparten con sus dos hijos una bella casa situada en el campo, a una hora escasa de Londres. Avery es editor, Ellen se ocupa de la casa y de los niños. Ambos constituyen un matrimonio ejemplar para los cánones de la época y entre las ocupaciones cotidianas y los momentos de ocio,  disfrutan de una vida apacible. 
El cuadro familiar lo completa Mrs. North, la madre de Avery. Una anciana, aburrida y quisquillosa, que vive a escasos metros de la propiedad de su hijo. Será precisamente ella quien, sin quererlo, desencadene la tormenta. Un día, harta de su soledad, decide poner un anuncio solicitando una acompañante. Así es como Louise Lanier, una joven francesa elegante y fría, aparece en escena. Esta muy pronto conseguirá ganarse el cariño de la anciana Mrs. North. Y no únicamente.


Como veis todo resulta bastante corriente. La novela, o al menos gran parte de ella, se asienta en una serie de escenas domésticas y cotidianas con las que los lectores Persephone están bastante familiarizados: los ritmos escolares, las vacaciones, las celebraciones de Navidad, las comidas de domingo en familia... Dorothy Whipple consigue crear un cuadro íntimo y real en el que es fácil proyectarse como un comensal más en casa de los North. 

Pero poco a poco la llegada de Louise empieza a alterar la normalidad. Se suceden pequeños gestos y algunos flashbacks de la vida de Louise que nos hacen intuir la llegada de la tormenta. No os estaré desvelando nada que no podáis intuir: Avery y Louise terminan traicionando a Ellen, y en una escena que destroza el corazón del lector, Dorothy Whipple hace bascular la historia y despliega sus mayores dotes como novelista.  La descripción del dolor y la decepción, de los sentimientos de cada uno de los implicados en la tragedia familiar son tan reales y tan sinceros que duelen enormemente. 

Avery y Louise en su primera comida
en Londres
Condenar entonces al personaje de Louise es algo bastante probable. Leyendo opiniones de otros lectores de la novela he visto la profunda aversión que muchos sienten por ella. Yo he querido excusarla amparándome en la causa de su marcha de Francia, en la experiencia que vivió con ese "alguien en la distancia" que da título a la novela; pero aún así me ha resultado imposible perdonar otras de sus acciones. Pese a todo, creo que prefiero su personaje al de Avery: cobarde, orgulloso y egoísta.

Ellen, es sin duda el personaje protagonista con el que es más fácil implicarse. Ser testigo de su inocencia, de como ni siquiera se está dando cuenta de lo que está ocurriendo hasta que es demasiado tarde, es terrible. Porque para ella no solo es un matrimonio lo que se desmorona, sino todo su mundo. Ella que lo creía inmutable, que nunca había tomado una decisión sin Avery, que había construido su vida en torno a él. Ellen es el ejemplo perfecto de todas esas mujeres que fueron y se construyeron únicamente como esposa y madre. Ya lo dice Mrs. Beard, uno de mis personajes favoritos: "We're not the new sort of women, with University degrees in Economics, like those women who speak on the Radio nowadays, girls who can do anything. We're ordinary women, who married too young to get a training, and we've spent the best years of our lives keeping house for our husbands."


Someone at a Distance aborda temas profundos que aún hoy nos conciernen: el matrimonio, la infidelidad, el papel de esposa y de madre y sobre todo la importancia de realizarse más allá de la pareja. Por todo ello mantiene su vigencia y merece el puesto de clásico que le ha otorgado Persephone
Aunque sea algo extensa, no temáis leerla en inglés, Dorothy Whipple escribe sin artificios, con un estilo simple y directo que otorga una gran agilidad a su novela. Os aseguro que yo la leí en apenas dos días y estoy segura de que podréis disfrutarla y entenderla sin ningún problema. 

Esperando que os guste tanto como a mi, os mando un abrazo y os deseo muy felices lecturas a todos.

PD. Someone at a Distance ocupa el año 1953 en mi Century of Books.
PD1. Como ya os he comentado Someone at a Distance forma parte de los clásicos Persephone. Un total de once títulos fácilmente reconocibles por sus portadas ilustradas. Aquí podéis ver la lista completa y un poquito más abajo acceder a las reseñas que ya he publicado en el blog. Pinchad en cada título y ¡listo!

Mariana, The Home-Maker, El gran día de la Srta. Pettigrew, Someone at a Distance.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Some Tame Gazelle de Barbara Pym

Tarde de té y de Barbara Pym
Después de mucho, muchísimo tiempo por fin he vuelto a leer a Barbara Pym. La semana pasada me acerqué a la estantería y de pronto sentí que era el momento perfecto. Fuera llovía, y yo tenía listo un buen cargamento de té, galletas y una mantita por estrenar. A falta de un vicario, me pareció un muy buen momento Pym.

Para este segundo encuentro con ella decidí probar suerte con Some Tame Gazelle, su primera novela, publicada en 1950. En realidad Barbara la había escrito durante la veintena, en los años que siguieron a su graduación en la universidad de Oxford, donde había estudiado Inglés.   Profecía o no, Barbara se había inspirado en su propia hermana y en ella misma para crear a los dos personajes protagonistas de Some Tame Gazelle: dos hermanas solteronas, de cierta edad, que viven en un pequeño pueblo de la campiña inglesa. Dejadme que os presente a Belinda y a Harriet Bede.

Belinda, la hermana mayor, es una mujer tranquila y sencilla que disfruta del punto, la jardinería y de las conversaciones sobre poesía inglesa que mantiene con el arcediano de su parroquia, Henry Hoccleve, un amor frustrado de su juventud que terminó casándose con Agatha, una mujer ambiciosa y estirada. Por su parte Harriet, más alegre y parlanchina que su hermana, disfruta con cosas un poquito más excitantes y terrenales: como un vestido nuevo, una buena comida o la conquista de todo joven vicario que pase por la casa parroquial. 

Si; ambas llevan una vida tranquila en la que se suceden las actividades benéficas, las reuniones con los amigos y los pequeños placeres cotidianos. Pero todo cambia cuando la altiva Agatha sale de vacaciones y llegan al pueblo dos académicos y un extravagante obispo recién llegado de África. De pronto se suceden los compromisos y las proposiciones de matrimonio...  ¿estarán dispuestas las dos hermanas a renunciar a su plácida existencia? 

Creo que Barbara Pym es una de esas escritoras que me encantaría recomendar a todo el mundo, aún a sabiendas de que me lloverían reproches por todas partes. Como veis  en la novela no faltan descripciones de un apacible pueblecito inglés, intrigas entre parroquianos e incluso historias de amor. Mentiría pues si dijera que no pasa nada. Pero el estilo Pym es especial. Al fin y al cabo ¿en qué tipo de historia dos hermanas solteronas de cincuenta años podrían convertirse en heroínas, y más contando como pretendientes con vicarios de la inglesa anglicana? 
Ya puedo ver a Belinda y a Harriet espiando por su ventana
la salida de Agatha hacia Bélgica.
El mundo de Barbara Pym es pequeño y hermético: algunas solteronas, hombres de iglesia y algún que otro académico; un mundo de pequeñas alegrías y pequeños contratiempos. Pero si os sentís a gusto y adherís a él, pocas cosas podréis encontrar más reconfortantes. 

En muchas ocasiones se ha comparado a Barabra Pym con Jane Austen y en cierto sentido, la comparación no es descabellada. Ambas comparten esa voluntad de observar minuciosamente la vida cotidiana, sin olvidar el uso de un humor agudo e inteligente.

En las novelas de Barbara muchas de las escenas cruciales ocurren durante las celebraciones benéficas de la parroquia; así ocurre en Some Tame Gazelle y también en Mujeres excelentes, la primera novela de Barbara Pym que leí; de pronto todos los personajes interactuan en torno a inofensivas tazas de té con pastelillos, creando o resolviendo rencillas. Todo muy educado, muy british, pero con estacadas mortales a fin de cuentas. Estos momentos y la importancia que se le da a la comida, son de las cosas que más disfruto de los libros de Barbara. En Some Tame Gazelle somos testigos de lo que comen sus personajes, de como lo cocinan y finalmente con quien terminan compartiéndolo.  En pocas novelas he visto detallado un acto tan importante en nuestras vidas como es comer. Y es que, ¿a quién no nos ha proporcionado alegrías haber hecho de buena anfitriona o hemos pasado un mal trago cuando la receta no ha salido como esperábamos? Si no que se lo digan a la pobre Belinda y la oruga escondida en el gratin de coliflor. 

El entorno, la comida y los personajes de Barbara son tan reales que estoy segura deben estar viviendo en algún pueblecito de Inglaterra en este mismo momento.  Creo que ya estoy viendo a Belinda y a Harriet, sentadas en sus sillones, mientras ven Escape to the Country en BBC Two y leen la revista The Lady

Me llevo muchas cosas de Some Tame Gazelle pero sobre todo el personaje de Belinda y sus reflexiones; esa manera que tiene de estar feliz y a gusto con su mundo. A pesar de haber perdido a su amor de juventud y tenerlo en la puerta de enfrente, Belinda es capaz de encontrar otras cosas que la satisfacen. En realidad "su pasión por el arcediano se había apaciguado y convertido en un sentimiento que se asemejaba más a la calma de una noche de invierno frente a la chimenea, que a la imprevisible embriaguez de una mañana de primavera."
Al fin y al cabo la vida está hecha de trivialidades; de pequeñas rutinas y placeres que nos terminan arreglando hasta el día más gris. Como bien dice Belinda: "tenía la suerte de no necesitar gran cosa para ser feliz." No estaría mal aprender un poco de ella.

Retrato de una joven Barbara
Las novelas de Barbara son un excelente remedio contra la tristeza; relatos de vidas y gentes imperfectas que aprenden a salir adelante con las cosas buenas que les presenta la vida. 
Si decidís darle una oportunidad, yo empezaría con Mujeres excelentes  (aquí podéis leer que me pareció). En el caso de que os guste me hará muy feliz daros la bienvenida al mundo Pym. En el caso contrario…por favor, no matéis al mensajero :) 

Un abrazo grande a todos y muy felices lecturas.

PD. Yo por mi parte ya he sacado Less than angels de la estantería. 
PD1. ¡Dios mío! Estoy leyendo Gilead de Marilynne Robinson y creo que me estoy volviendo bipolar. La cosa va así: dos páginas seguidas se me hacen eternas, digo yo lo dejo y de pronto ¡pam! página brillante, que maravilla de libro. Veremos como acaba la cosa :)

domingo, 13 de septiembre de 2015

Algunos libros que compré en verano


¡Por Tutatis, el cielo cae sobre nuestras cabezas! Vaya manera de llover. Llevamos todo el fin de semana con el paraguas a cuestas y en una especie de hibernación temprana, mais  pas de problème; mientras vemos la lluvia por la ventana, hablemos un poquito de libros. 

No quiero que pase más tiempo antes de enseñaros los libros que compré durante las vacaciones de verano. Algunos de ellos, como Ve y pon un centinela y El movimiento de las estrellas, ya os sonaran porque (desgraciadamente) tuve que incluirlos en mi lista de decepciones. Si queréis, aquí podéis leer mis desavenencias con ellos.
Otros como Moby Dick necesitan pocas presentaciones. Ya os hablé de él en una entrada a la que tengo especial cariño. En ella os contaba con detalle la experiencia lectora que viví a bordo del Pequod; una travesía, obsesiva y fascinante, que a día de hoy atesoro como uno de mis mejores  viajes literarios. 
Por eso cuando vi la nueva edición de Penguin Clásicos no pude resistirme a comprarla. Ahora le hace compañía a mi manoseada edición de Alianza y al otro Melville que traje en mi maleta, Billy Budd, marinero. Os confieso que lo compré casi sin leer la sinopsis: atisbé por ahí marineros, levas forzosas y guerras napoleónicas y estuve perdida. Si a esto le sumamos la exquisita edición de Alba…sobran las palabras; tenía que traerla conmigo.
El género biográfico está representado esta vez por Jane Austen, a life de Claire Tomalin. Disfruté muchísimo leyendo la biografía que Tomalin dedicó a Thomas Hardy así que estoy convencida de que disfrutaré tanto a más con la de mi querida Jane. 


Preciosas ediciones de Someone at a Distance y de Billy Budd
Y aprovechando la visita a Shakespeare & Co compré también un nuevo Persephone, Someone at a Distance de Dorothy Whipple. Tercer título publicado por la editorial, Someone at a Distance es todo un clásico Persephone. Una de las novelas de su catálogo que más admiración y  cariño despierta entre los lectores. Y puede parecer sorprendente ya que la trama es bastante sencilla y el tema central algo habitual: la historia de un matrimonio feliz que termina por desmoronarse. Sin embargo,  a pesar de los lugares comunes, leí esta novela  completamente embebida. Como si por primera vez asistiese a una ruptura y viviese en mi propia piel las heridas que esta supone. Someone at a Distance es tan real, tan sincera en la descripción del dolor y la decepción, que duele inmensamente. Os hablaré de todo ello con calma en su merecida reseña. 

Para el final he dejado mis dos adquisiciones de ocasión. La primera El bosque lejano de Francis Brett Young se vino conmigo por impulso. La edición que encontré no tenía ni sobrecubierta ni sinopsis, tan solo el título del libro escrito en letras doradas. Por eso, buscando algún indicio de que pudiese gustarme empecé con la primera página. Vi entonces la mención de cierta aldea, situada en la frontera que separa Staffordshire de Worcestershirellamada Mawne Heath. Un lugar en el que los hombres son fuertes como el brezo, primitivos y salvajes; y donde las leyes del país no tienen ninguna vigencia. Después de leer esto y viendo su precio no pude más que comprarlo. Veremos que tal resulta. 
En realidad no puedo quejarme. Me encanta
estar en casa mientras veo llover desde  la
ventana.
Y la segunda adquisición de ocasión, Niebla de Millen Brand fue la única comprá que hice por la red. Cuando estuve en Nueva York me hice una lista con los títulos de la NYRB Classics que quería comprar. Entre ellos estaba The outward Room de Millen Brand; una prometedora historia de segundas oportunidades.  
Pero claro, al no poder cargar con tanto libro en la maleta, tuve que posponer la compra.  En cuanto llegué a casa busqué si por alguna casualidad existía una traducción de la novela y así es como di con Niebla, la edición española publicada en 1954. Ya la he leído y también merece ampliamente tener su entrada en el blog.

Y hasta aquí las compras veraniegas. Se cierra la maleta y podemos dar por inaugurada la nueva temporada otoñal. El tiempo, al menos aquí, acompaña a la nueva estación. 
Así que, bajo la lluvia que no cesa, os deseo muy feliz inicio de semana y muy felices lecturas a todos.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Preludio y En la bahía de Katherine Mansfield

Esta preciosa edición de Motifs cuesta apenas seis
euros y tiene una traducción brillante. Si leéis en
francés no lo dudéis ni un segundo. El otro libro
es un ejemplar de las Cartas de Katherine que acabo
de traerme a casa.
El seis de julio de 1908, con veinte años de edad, Katherine Mansfield embarcaba en el vapor Papanui rumbo a Inglaterra. Atrás dejaba  Nueva Zelanda, la tierra natal a la que nunca regresaría.
Las negociaciones con su padre no habían sido fáciles; pero Katherine, la más rebelde de los hijos de Harold Beauchamp, consiguió finalmente su objetivo: marcharse a Londres para formarse como artista.
Los años que siguieron a su instalación fueron ricos en horas de escritura, experiencias y escándalos. Pero sin duda, ningún acontecimiento marcaría tanto la vida y la obra de Katherine como la pérdida de su hermano Leslie mientras este combatía en la I Guerra mundial. 
De pronto los recuerdos de su infancia en Nueva Zelanda, esa tierra aislada de la que había huido, se revelaron como los más felices de su vida. Una época de dorada inocencia que nunca volvería y a la que Katherine quiso entonces rendir homenaje. Así habla de todo ello en una de las entradas de su Diario:
 " Aunque él yace en el centro de un pequeño bosque en Francia y yo sigo andando erguida y sintiendo el sol y el viento del mar, estoy tan muerta como él. Ni el presente ni el futuro significan nada para mi. […] Y si es así, ¿por qué no me suicido? Porque siento que tengo una tarea que realizar por el pasado maravilloso que ambos vivimos. Quier escribir sobre ello porque él quería que lo hiciera. Hablamos de ello en Londres, en mi pequeña habitación de arriba. Le dije: pondré simplemente en la primera página: Para mi hermano, Leslie Heron Beauchamp. Muy bien: así será…"

Katherine cumplió su promesa y así nacieron Preludio y En la Bahía, las dos historias cortas, de marcado corte autobiográfico, de las que quiero hablaros hoy. 

La acción, transcurre en apenas dos jornadas, la primera descrita en Preludio y la segunda  en En la Bahía. Los protagonistas de ambas son la familia Burnell: Stanley el cabeza de familia, Linda su esposa, sus hijas Isabel, Lottie y Kezia, Beryl hermana de Linda y Mrs Fairfield la madre de ambas y abuela de las niñas. Al inicio de Preludio les conocemos a todos mientras empacan sus pertenencias para mudarse a su nueva casa, una villa alejada de la ciudad y situada frente al mar.

Es en esta villa donde transcurre el resto de la acción. Con pequeños movimientos, Mansfield va deteniendo la atención en cada uno de los personajes, siguiéndoles mientras deambulan por las estancias de su nuevo hogar y por el gran jardín de la propiedad. Es precisamente el jardín, el espacio central del relato; el lugar en el que gracias a pequeños instantes fugitivos, a miradas, gestos y pequeñas conversaciones las mujeres de la familia Burnell van desvelando su personalidad y sus anhelos. 
Linda encarna así la figura de la madre apática, encerrada en un matrimonio sin amor; Mrs Fairfield, abuela dulce y cariñosa, representa  el refugio para sus hijas y  sus nietas;  Beryl a la jovencita soñadora que anhela con volver a la ciudad para poder relacionarse. Y finalmente las niñas encarnan la inocencia y las ansias de descubrimientos propias de la infancia. 
Madre e hija en la bahía de Wellington, 1891. Fuente
Como un pintor impresionista Mansfield va capturando pequeños instantes y, en un precioso doble juego, va mostrándonos la tristeza que anida en el interior de los protagonistas y los momentos felices y la belleza exterior que les rodea. 

Tanto en Preludio como En la bahía, las descripciones y la naturaleza ocupan un lugar esencial.  Mientras disfrutaba de la lectura no podía dejar de pensar en otro jardín donde pasé momentos inolvidables, el bello jardín alemán de Elizabeth Von Arnim  (precisamente Elizabeth era prima de Katherine). Pero si las descripciones del jardín son hermosas, nada podía prepararme para la belleza descrita en En la bahía.

Es la segunda jornada y los Burnell se levantan. El libro se inicia con un amanecer en la costa. De pronto se alejan las brumas, los habitantes de la casa despiertan, desayunan y bajan a la playa para disfrutar del mar. Se suceden entonces escenas de verano tan vívidas que aún puedo verlas mientras escribo: persianas cerradas contra el sol implacable, bañadores y toallas secándose al sol en cada jardín y terraza, una colección de conchas recogidas con ilusión y pronto olvidadas en un recodo del camino que lleva a casa...

Katherine Mansfield, situada detrás de su
hermano Leslie, y el resto de sus hermanas
en el jardín de la casa familiar de Wellington.
Leyendo como Katherine captura con maestría esa atmósfera, uno comprende la envidia que Virginia Woolf tuvo por sus logros y su escritura. Ella que con tanta pasión buscaba capturar un amanecer, un rayo de luz, un soplo de aire...

Y mientras se suceden las descripciones, seguimos descubriendo los sentimientos de cada miembro de la familia: reflexiones sobre la muerte, el amor, la maternidad y, ante todo, sobre la  libertad perdida o ansiada. 

El día poco a poco se acaba, anochece, y cada miembro de la familia Burnell se recoge por fin en la intimidad de su cuarto. Todo está por fin en calma.

En apenas dos días Katherine Mansfield crea un mundo completo: triste, bello y profundamente humano. Una corriente de emociones y visiones que fluye serena y continua. ¡Qué podría deciros! Yo soy incapaz de hacerle justicia a tanta belleza. 
Solo se que Katherine, junto a Virginia Woolf, a Sarah Orne Jewett, y a Willa Cather, forma parte de ese grupo de escritoras que consiguen tocarme en lo más profundo, removiendo mi conciencia y mi alma.

Ojalá disfrutéis tanto como yo de la obra de Katherine Mansfield. Para mi un enorme Coup de Coeur.


PD. Preludio y En la bahía ocupan respectivamente los años 1918 y 1922 en mi Century of Books (no tengo más remedio que hacerles huequito junto a Patricia Brent y La garçonne). 
PD1. Aquí podéis leer alguna notas de mi lectura del Diario de Katherine Mansfield.

jueves, 3 de septiembre de 2015

C'est la rentrée!

Empiezan a acortar los días y llega la
temporada de crisantemos.
Y para celebrarlo…¡un De la A a la Z! Como en los viejos tiempos.
¿No os parece que Septiembre se presta a las listas? Tareas, propósitos, nuevos proyectos…al final todo parece repetirse, como en una eterna vuelta al cole. Creo que ya os lo comenté en otra ocasión, pero para mi, estos días siguen oliendo a libros y a lápices nuevos. Es ahora y no en enero, cuando de verdad siento que  comienza el año; y aunque a veces me asalten los antiguos miedos acerca de lo que puedan depararme los próximos meses, no puedo evitarlo: me gusta esta época del año.  
Hagamos pues acopio de libretas y libros; de material de papelería que nos recuerde viejos septiembres.  Y por supuesto, crucemos los dedos para que este nuevo curso venga lleno de buenos y enriquecedores momentos.

A por Jane Austen y la nueva película que va a tener el "honor" de protagonizar. Jane by the Sea, está basada en la novela del mismo título. Al parecer se trata de una comedia romántica que combinará elementos de la biografía de Jane con pasajes de sus novelas ¿tembláis de miedo o de emoción?
B Christian Bobin y una de las frases de su precioso libro L'Homme-Joie: "J'ai rêvé d'un livre qu'on ouvrirait comme on pousse la grille d'un jardin abandonné". Yo también sueño con libros como esos.
L'Île de Saint-Louis, helados, gofres y otros alimentos para
el espíritu.
C por Clarissa Dalloway la última protagonista de Virginia Woolf que he tenido el placer de conocer: "Solo le quedaba este pasmoso y un tanto solemne avance con todos los demás por Bond Street, este ser la señora Dalloway, ahora ni siquiera Clarissa, este ser la señora de Richard Dalloway". Qué experiencia lectora. Un flujo continuo de impresiones visuales y sonoras. De sentimientos y recuerdos. Todo un mundo en una sola jornada.
D por Dheepan la última película de Jacques Audiard, ganadora de la Palma de Oro 2015.  Fuimos a verla el pasado fin de semana y todavía hablamos de ella una y otra vez.  Historias como la de Dheepan se repiten día tras día en nuestras pantallas. Intercaladas entre otros sucesos y anuncios de perfume, aparecen las cifras de los que llegan, los que mueren, los que esperan. Pero no lo olvidemos: son familias, no cifras abstractas; son personas buscando la oportunidad de vivir. 
E por Ennui la novela de Maria Edgeworth que acaba de publicar Ático de los Libros. ¿Hace falta decir que la quiero en mi estantería?
F  de ¡por fin! El 23 de septiembre se estrena en Francia Testament of Youth (Mémoires de Jeunesse). Qué ganas de verla y de hablaros por fin de ambas, memorias y adaptación.
G por los gofres de Le comptoir Belge. Una perdición os lo prometo. Están elaborados siguiendo la pura tradición belga y con productos de calidad. Si venís a París no os lo perdáis, dirección 58 Rue des Martyrs.
H por una historia de amor veraniega que dura trece años.
I por las últimas tardes de sol en la Île Saint-Louis devorando helados Berthillon.
J por Herbert Jenkins y su adorable solterona Patricia Brent. Todavía no quepo en mi de alegría, pero he visto que d'Época tiene previsto publicarlo. 
Kit básico de otoño: calcetines, victorianos y buena lectura
K de Katherine Mansfield. Ella será la protagonista de la próxima reseña. Un coup de coeur en toda regla.
L por Lark rise to Candleford la novela de Flora Thompson que terminé hace unos días. Es una delicia y no me hubiese importado trabajar con Dorcas Lane en su ajetreada oficina de correos.
M de Herman Melville. Vuelvo a él y a mi cita con el mar, gracias a esta preciosa edición de Billy Budd, marinero publicada por Alba. "Cada vez que la boca se me tuerce en una mueca amarga; cada vez que en mi alma se posa un noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me sorprendo deteniéndome, a pesar de mi mismo, frente a las empresas de pompas fúnebres o sumándome al cortejo de un entierro cualquiera y, sobre todo, cada vez que me siento a tal punto dominado por la hipocondría que debo acudir a un robusto principio moral para no salir deliberadamente a la calle y derribar metódicamente los sombreros de la gente, entonces comprendo que ha llegado la hora de darme al mar lo antes posible."
N por la nueva colección de otoño de Massimo Dutti. "Me lo pone todo, por favor".
O por los olores de la casa de tus sueños. El otro día leí un artículo en una revista de decoración francesa donde invitaban a imaginar cuales serían los olores de tu hogar perfecto. Me gustó la idea y no pude evitar anotar los míos: café y tostadas cada mañana, bizcocho casero, suavizante en las sábanas y velas de canela. A mi gel de violeta y a su perfume. A albahaca fresca y a tarta de manzana. 
P por una tanda de películas de los 90 que me enviaron por facebook y que me encantaría volver a ver ahora mismo: Mi chica, La princesa prometida, Jumanji, Matilda, 1 2 3 Splash, El retorno de las brujas…¡qué recuerdos!
Q del fantástico Club Pickwick y su primera lectura otoñal Esposas e hijas de Elizabeth Gaskell. Ya lo tengo en la mesita de noche y como siempre Elizabeth no decepciona.
R por Eric Ravilious, el último pintor  británico que sumo a mi lista de favoritos gracias a LittleEmily. Adoro sus acuarelas.
Village Street (1936), Eric Ravilious
S por Saint-Guilhem-le-Désert, un pequeño pueblecito medieval del Languedoc que visité este verano con mi familia. Fue la primera vez que vimos la lluvia, después de un verano especialmente caluroso, y pasear por sus calles empedradas, mojadas y silenciosas fue toda una experiencia.
T por The Temptations y su canción "My girl". Siempre que la escucho me sabe a verano y a los primeros amores que vienen con el.
U de nUeva cuenta. Aquí podéis seguir mis andaduras por instagram.
V por Vita and Virginia una película, todavía en proceso de producción, que abordará la relación que mantuvieron Vita Sackville-West y Virginia Woolf.
X por las esperadas exposiciones de la nueva temporada. Elisabeth Louise Vigée Le Brun en el  Grand Palais; Fragonard amoureux en el Musée du Luxembourg; Splendeurs et misères- Images de la prostitution en France en el Musée d'Orsay; Florence, retratos de la Corte de los Médicis en el Musée Jacquemart-André…¡felicidad!
Y la y ha quedado huérfana como la W :)
y por último Z por los dos zorritos-calcetines que me he agenciado en Oysho para empezar bien el otoño. Me encanta pasearles por casa (aunque Jean se ría de mi cara). 

¡Muy feliz septiembre a todos!
Toda mi infancia en películas.
PD. Todas las palabras en azul son enlaces de contenido.