lunes, 31 de agosto de 2015

Ve y pon un centinela y otras lecturas de verano

Bien; llega el momento de repasar las lecturas estivales. Como no me gusta demasiado detenerme en las decepciones, lo haré rapidito y así paso cuanto antes el mal trance. ¡Vamos allá!
Compré Camelia azul de Frances Parkinson Keyes por impulso. Siempre me gusta tener a mano alguna novela amable, modesta y provista de ese toque anticuado que me reconforta. Con ellas no suelo ser muy exigente. Basta con que tengan una trama coherente, personajes, o al menos un par de personajes, a los que tomar cariño y una buena ambientación. 
Lamentablemente, en este caso, solo la ambientación estuvo a la altura.

Camelia azul (publicada en 1957), narra la historia de Brent, Mary y Lavinia Winslow; una familia de granjeros de Illinois que deciden vender su granja para probar suerte en Louisiana. A lo largo de dos generaciones, Keyes cuenta los fracasos y lo logros de los Winslow en su plantación de arroz y las relaciones que van forjando con la población autóctona de su nuevo hogar. 
Son precisamente esas bellas descripciones de la población y la cultura cajún lo único que puedo destacar de la novela. El friso temporal es demasiado amplio y Keyes lo aborda de forma descompensada. Prácticamente más de la mitad de la novela trata las idas y venidas de los Winslow, desde Illinois a Louisiana, hasta que se instalan definitivamente. Los personajes apenas son esbozos, incluso los principales, y cuesta horrores creer en sus motivaciones.  Por eso, lamentándolo mucho, no me queda más remedio que suspender este primer acercamiento a Parkinson Keyes.

Edición de bolsillo.
Y si la primera novela histórica resultó fallida, hago doblete con la enorme decepción que ha supuesto El movimiento de las estrellas de Amy Brill

1845, Isla de Nantucket, Nueva Inglaterra. Cuna de balleneros y familias curtidas en la desgracia (no puedo remediarlo, tengo que leer cualquier cosa relacionada con Nantucket, llamémosle síndrome Moby Dick). Es aquí, en una pequeña comunidad cuáquera, donde una mujer decide romper las reglas para consagrarse a la que es su pasión, observar estrellas. Mientras otros miran al mar, ella contempla el cielo en busca de un cometa que le de el triunfo, el título oficial de astrónoma y la libertad necesaria para dedicar su vida a la ciencia.

El movimiento de las estrellas es el claro ejemplo de que, en la literatura como en la cocina, no basta con una lista de ingredientes perfectos. Una historia con un potencial como este, necesitaba de más pasión, más profundidad, al menos un soplo de vida latiendo entre sus páginas.  Los desafíos a los que se enfrenta la protagonista, no son pocos dada la época en la que vive. Renuncia al matrimonio, busca ser pionera en la astronomía, abandona su religión y por si fuera poco se entrega a una relación interracial (eso si metida con calzador porque claro ¿que sería de una protagonista femenina sin un interés romántico pululando?)
Todo esto se va sucediendo capítulo tras capítulo sin que uno sienta empatía ni emoción alguna. Reconozco el buen trabajo de documentación, también me ha gustado que buscase inspiración en un personaje histórico, Maria Mitchell; pero en ningún momento entré en la novela ni me interesé por lo que pudiese ocurrirle a Hannah.

Y como bien dice, no hay dos sin tres. Si los dos primeros libros los compré por impulso, este último lo adquirí à contrecoeur como diríamos aquí. 

Ve y pon un centinela de Harper Lee ha sido la sensación del verano y una de las grandes noticias literarias del año.
No entraré en debates y polémicas, creo que a estas alturas está todo dicho. Solo quiero abrir mi corazón y sincerarme una vez acabada la lectura. Antes, dejadme solo un momento para sentar unos pequeños antecedentes.

En 1957 el agente de Harper Lee envió el manuscrito de Ve y pon un centinela a varias editoriales, entre ellas, la ya desaparecida editorial J.B Lippincott. Allí, el manuscrito, llegó a manos de Tay Hohoff quien se negó rotundamente a publicarlo en su forma original, pero vio en el un enorme potencial. Hohoff sugirio a Harper que transcribiese la historia desde el punto de vista de una Scout niña. 
La escritora aceptó el desafío y tras dos años de trabajo y correcciones presentó Matar a un ruiseñor.

He leído Ve y pon un centinela con cuidado, intentando hacer tabula rasa y obviando en todo lo posible la existencia de Matar a un ruiseñor. Me repetía una y otra vez: "No caigas en comparaciones, ni juicios previos, no caigas". Lo cierto es que tenía miedo de que Ve y pon un centinela arruinase mi visión de Maycomb, de Scout y sobre todo de Atticus Finch. Pero al cerrar la última página suspiré aliviada. 
Así es como lo veo: Ve y pon un centinela es un borrador. Ni secuela, ni precuela. Simple y llanamente el primer borrador de una  escritora en ciernes. Si su editor hubiese decidido publicarlo en su día, probablemente no hubiese sobrevivido al paso del tiempo. Hay entre sus páginas un buen análisis de la mentalidad segregacionista y de sus implicaciones en la vida cotidiana estadounidense; quizá diría, de forma más amplia, un buen análisis de la voluntad sureña de conservar su propia identidad e independencia frente a los antiguos estados de la Unión. Pero ni el estilo, ni los personajes, ni la trama de Ve y pon un centinela guardan para mi algo sobresaliente.

Miento. Quizá hay algo que si brilla entre sus páginas. Algo tan grande como la admiración de una niña por su padre y los preciosos recuerdos que esta conserva de sus enseñanzas.  El germen de Matar a un ruiseñor está ahí: en esas escenas de una niñez sureña, vivida en el duro contexto de la segregación racial. 
Poco importa si Atticus se convierte o no en racista con el paso de los años. Al final, ese no fue el Atticus que Harper Lee decidió salvar. En su borrador final lo hizo tal y como hoy lo conocemos: un hombre justo y bueno, al que es fácil admirar.

Si os soy sincera, Ve y pon un centinela no merece el dinero que he invertido en él. Pero al fin y al cabo estoy agradecida de haberlo leído. Me ha permitido ser testigo de algo maravilloso; de ese arduo proceso, tan cotidiano para el escritor,  de corregir lo que uno ha escrito hasta convertirlo en algo mejor. Con el fantástico trabajo llevado a cabo por Harper Lee me quedo.

¡Muy felices lecturas a todos!

martes, 25 de agosto de 2015

IMM: la maleta americana


La sabiduría popular dice que a Nueva York hay que viajar con una maleta vacía y, ahora con conocimiento de causa, os digo que es cierto. Si no son libros, será ropa o cosméticos, o souvenirs cochambrosos para repartir a los seres "queridos". Sea lo que sea, hacedme caso, dejad bastante espacio en el equipaje para los bártulos americanos.

Pero pasemos a lo que importa, el botín libresco. De los trece libros siete son de ocasión.   Nueve vienen de Strand, dos de Three Lives & Co y los últimos dos de Housing Works. 

El primero, Willa Cather Living a personal récord, ya os lo presenté en la última entrada que le dediqué a Willa.  Fue realmente una lectura excelente.  Puede que no sea la opción más académica y relevante, como lo son las biografías de Hermione Lee y Janis P. Stout, pero sin duda debe ser uno de los más bellos e íntimos homenajes hechos a Willa Cather. Edith Lewis compartió 39 años de vida con Willa y estuvo con ella hasta su fallecimiento. Fue su primera biógrafa y su obra un testimonio precioso para todos los admiradores de la gran escritora.

La otra biografía del montón es Alice James, a biography de Jean Strouse. Este es uno de los títulos de no ficción de la colección clásicos de la NYRB que más me interesaba. En esta ocasión la protagonista es Alice James, hermana del célebre Henry James. Sirviéndose de las notas de su diario personal, Strouse traza la historia de una mujer atrapada por las convenciones sociales de su época. Un "fantasma" relegado a la zona de sombras de su brillante familia. 

Siguiendo con la no ficción, otro título que necesitaba en mi estantería Five Points, the 19th-Century New York city Neighborhood that invented tap dance, stole elections and became the world's most notorious slum de Tyler Anbinder. Five Points (retratado en la película Gangs of New York) era el suburbio neoyorquino por excelencia, conocido sobre todo por sus niveles de pobreza, violencia y depravación. Los periódicos de la época se encargaron de vehicular esta imagen para escandalizar y estremecer a las clases privilegiadas de Manhattan. Pero Five Points, como nucleo de confluencia migratoria, fue también un experimento fascinante de mestizaje cultural y cuna de varias de las señas de identidad de la actual Manhattan. Me queda poquito para terminarlo y es fascinante.

Y cerrando el bloque, el encantador reencuentro con una vieja conocida, E.M Delafield. Cuando vi este ensayo suyo Ladies & Gentleman in Victorian Fiction, no pude resistirme a comprarlo. 
La premisa de la obra es prometedora (dejo hablar a la autora): "The true lovers of Victorian domestic traditions are born rather than made- and not all born in the reign of Good Queen Victoria, either.
To such, the minor aspects of the social and domestic scene of those days are even more fascinating than are its major or public implications. Of these, many official records exist, and many descriptions can be found in the pages of classical fiction. The present volume attempts no more than to present certain less well-known extracts from minor novelists, writing of the contemporary outlook in the mid- and late- Victorian English middle-class home." Veremos como resulta este paseo por la intimidad del hogar victoriano. Si el humor que exhibe Delafield en sus aventuras de la dama de provincias acompaña…¡que deliciosa lectura será! 

Pasemos ahora a la ficción empezando con dos títulos de la NYRB. 



The Land Breakers de John Ehle es una novela histórica ambientada en el siglo XVIII. Sus protagonistas Mooney y Imy Wright, son dos jóvenes sirvientes que deciden invertir todos sus ahorros en un pedacito de tierra en las montañas de Carolina del Norte. Estamos en  1779 y todavía son pocos los europeos que se atreven a internarse en los Apalaches. Una historia de pioneros en toda regla. 

Y A Legacy de Sybille Bedford, ambientada en la Alemania de la primera guerra mundial, es la historia de dos familias muy distintas: una judía perteneciente a la alta burguesía berlinesa y una aristocrática y católica originaria del sur. Ambas quedan unidas por un matrimonio de trágicas consecuencias y serán testigos del inexorable y siniestro avance del fascismo. ¡Qué ganas tengo de leerla!

Winter Wheat de Mildred Walker reune dos buenos ingredientes para mi:  protagonista entrando en la edad adulta y ambientación en el oeste de Estados Unidos. Esta es la historia de Ellen Webb, una joven que crece en Montana durante los años 40. La introducción de la novela dice: "It is a story about growing up, becoming a woman, mentally, emotionally, spiritually, within the space of a year and a half. But what a year and a half it is!". Más que suficiente para tentarme.

Con Jetta Carleton he hecho doblete. Me encantan las historias protagonizadas por varias hermanas, y la que narra The Moonflower Vine (publicada por Libros del Asteroide con el título Cuatro hermanas) llamó poderosamente mi atención. 
Y, a pesar de no haberme estrenado aún con la autora, decidí darle mi voto de confianza comprando su otra novela Clair de Lune. La historia de una joven profesora de Missouri que sueña con vivir en Nueva York en pos de experiencias. Veremos como resultan ambas.

Someone de Alice McDermott estaba en mi radar desde que la vi en el catálogo de Libros del Asteroide. Cuando vi el precio de la edición inglesa…no tuve más remedio que inclinar la balanza. 
Se que va a ser una historia perfecta para mi. Lo presiento. "An ordinary life lived by an ordinary, but unforgettable woman: This is the subject os Someone". Nunca subestimeis una vida en apariencia sencilla. 

Y para el final he dejado los libros más viejitos del grupo. 
Joy Street de Frances Parkinson Keyes, ambientada en Boston durante los años 40, será mi segundo (y espero mas satisfactorio) encuentro con Keyes. Ya os contaré que pasó con Camelia Azul en mi entrada sobre las decepciones de verano. 

Y madre mía ¡que alegría me llevé al encontrar dos nuevos Paul Gallico! The Lonely, la única novela suya que he leído hasta ahora, se ha convertido en una de mis favoritas; y estas dos que encontré en Strand tienen muy buena pinta.
Snowflake, como bien indica el título, es una historia bastante sencilla. Narra el nacimiento, el viaje y la muerte de un copo de nieve. Podrá parecer una tontería pero en manos de Gallico…seguro que resultará mágico. Creo que será una lectura perfecta para Navidad. 
En cuanto a Flowers for Mrs Harris, cuenta la historia de una señora de la limpieza londinense que un buen día queda prendada de un vestido de Dior colgado en el armario de una de sus clientas. Pronto ve clara su meta: ahorrar, viajar a París y hacerse con un vestido  propio. Una aventura que será inolvidable para la sencilla Mrs Harris y para todas las personas que cruzará en su camino.

Cerramos la maleta y fin.
Ahora dejadme tiempo a solas con ellos. Espero que, con un poco de suerte, este sea el comienzo de una hermosa amistad.
¡Muy felices lecturas a todos!

PD. Este apunte va dirigido especialmente a María. 
En la entrada de Nueva York me preguntaba sobre nuestra estimada Helene Hanff. ¿Me había acordado de ella durante el viaje? ¿Me acerqué hasta la que había sido su casa? Mi querida María, lo hice y me acordé mucho de ti. A la entrada del que fue su bloque de edificios en el Upper East Side, hay colocada una placa que la recuerda. Es muy sencilla y dorada. Para los que amamos, como ella, Nueva York, Londres y la literatura…es simplemente perfecta.

viernes, 21 de agosto de 2015

Librerías neoyorquinas

Cuando viajo siempre me las arreglo para visitar tres lugares: un mercado, un café y una librería. Es sencillo, me gusta contemplar a la gente en su vida cotidiana y disfruto imaginando qué harán de comer ese día, con quien se reunirán a media tarde y qué libro leerán por la noche al llegar a casa.  De esos tres lugares el que más disfruto visitando es, como podréis imaginar, la librería. No sabría explicaros, pero cuando entro en una de ellas, de pronto siento que dejo atrás mi status de turista y me convierto simplemente en una más; otra lectora del barrio en busca de un nuevo ejemplar.  
Si, poco importa donde esté; en cualquier lugar desconocido siempre encuentro dos refugios seguros, la habitación de hotel que me hace de hogar pasajero y una librería. 

Cuando supe que iba a visitar Nueva York me falto tiempo para añadir un pequeño anexo a mi guía de viaje: una buena lista de librerías en las que perderme. Busqué consejo en artículos de periódicos y revistas (Dios salve al New Yorker), en entradas de blogs, en recomendaciones personales y, como temía, muy pronto me vi rodeada de una cantidad ingente de sugerencias. 
Disponer de pocos días redujo considerablemente mi plan de acción, pero ahora al menos puedo recomendaros en primera persona cuatro librerías neoyorquinas que bien merecen una visita.
¡Disfrutad del paseo!

Three Lives & Co, 154 West 10th Street

Nombre: La tienda de la vuelta de la esquina ¿os suena? Si habéis visto Tienes un e-mail, y os gusta tanto como a mi, estoy segura de que recordaréis ese nombre. Así se llamaba la pequeña librería infantil de Kathleen Kelly. Un lugar mágico. 
Todos somos conscientes de que existen muchos tipos de librerías y, aunque todas sirvan para el mismo propósito: vender y comprar libros, no todas proporcionan la misma experiencia. En algunas de ellas se respira y contagia al instante el amor por los libros; tienen una atmósfera especial, un alma propia que a mi me gusta asociar con la de su propio dueño. Three Lives & Co es uno de esos sitios.

Así ilustra Bob Eckstein Three Lives & Co en este artículo del New Yorker .
En él podréis encontrar una buena lista
de librerías.
Supe que iba a gustarme esta librería incluso antes de visitarla. Incluso antes de pisar por primera vez el West Village, donde esta situada, y de enamorarme de sus casas de ladrillo y sus calles arboladas. En  su página web presentan Three Lives & Co con estas palabras:

Three Lives is an anachronism.
It is the shop around the corner.
A touchstone in a neighborhood.
A place with a human face and a cast of characters.
84 Charing Cross Road colored by the time and place.
A haven for people who read.

Y lo es, vaya si lo es. La librería es pequeña y acogedora, decorada con madera por todas partes; y aunque el espacio sea exiguo, tiene una muy buena selección de novedades y fondo. Aquí fue donde tuve por primera vez entre las manos ejemplares de la New York Review Books Classics. Una colección que venero y que junto a la colección Persephone se convertiría en mi primera inversión en el caso de ganar la lotería. Como esto es bastante improbable, los voy reuniendo poco a poco y me acordaré siempre de que en una encantadora librería del West Village compré los dos primeros: A legacy de Sybille Bedford y Alice James, A biography de Jean Strouse. 

Literalmente, la tienda de la vuelta de la esquina.
Madera y libros, una combinación infalible.
Barnes & Noble de Union Square, 33E 17ST

Y si antes os presentaba a la heroína de Tienes un e-mail, llega el momento de visitar al hermano malo. Ese amenazador gigante librero ideado por Tom Hanks, causante de la ruina de las pequeñas librerías de barrio. Barnes & Noble reina entre las cadenas de librerías americanas y su sede de Union Square, por mucho que me guste defender a las librerías independientes, es una auténtica maravilla. 

Imaginad cuantos libros caben en ese precioso edificio
Grandes espacios donde los libros alternan con tentadoras cafeterías.
Barnes & Noble es una librería a imagen de la ciudad: inmensa, espaciosa y con ese aire industrial que tanto me gusta. Podría haberme pasado aquí horas y horas mirando ejemplares y soñando con llevarme la colección entera de los Leatherbound Classics. Pero el tiempo apremiaba y supe contener mis ansias compradoras. Mi terreno de caza eran las librerías de segunda mano. Así que vamos a por ellas.
Lo que si me llevé de Barnes fue esta preciosa libreta firmada por el gran Thoreau.
Mi alegría se multiplicó cuando al pagar me dieron la bolsa que veis a la izquierda.
"Llamadme Ismael", ¿es necesario añadir algo más? 

Strand Books, corner of 12th St and Broadway

Veréis en lo que a librerías de ocasión se refiere, Londres tiene Skoob Books, París Gibert  Joseph y Nueva York…Nueva York tiene la increíble Strand Books. Qué digo, increíble es poco. Podría haberme pasado todo el viaje entre sus estanterías infinitas. 
Strand es un caos. Filas y filas de libros en estrechos pasillos, una réplica de los rascacielos del exterior pero esta vez hechos con estanterías. Uno puede incluso abrumarse si no sabe exactamente lo que busca. Strand es una de esas librerías hechas para lectores aguerridos. Esos que buscan y rebuscan, que conocen sus autores y temas predilectos. Esos que encuentran su camino hasta el final de la librería y no se detienen en la mesa de novedades.
En el subsuelo tienen un verdadero tesoro: las ediciones más antiguas y difíciles de encontrar y en la calle el sueño de los busca gangas: todos los libros a 1 dólar. 
No se porqué pero cuando salí de allí, cargada con mis adquisiciones, me pareció oír llorar a mi maleta a pesar de estar a muchas manzanas de distancia.

A puntito de entrar en el templo.
Decidido. Aquí mismo instalo mi vivienda.
Housing Works Bookstore Cafe, 126 Crosby St

El día que visitamos Housing estaba lloviendo y no
llevaba la cámara preparada. Aquí podéis ver fotos
de la librería.
Y por último, pero no menos importante, otra librería de ocasión única y al igual que Three Lives & Co con un alma propia, Housing Works.   Nada más entrar me enamoré del espacio que ocupa esta librería. Techos altos, escaleras de caracol, muchos sitios donde sentarse y el olor inconfundible de un buen café esperándote. Los libros ocupan casi todo el espacio disponible en las paredes y subiendo las escaleras llegas a la bien surtida sección de no ficción. Si a todo esto le sumamos que esté regentada por benévolos y utilice sus beneficios para la lucha contra el sida ¿alguien da más? 
Si algún día estáis paseando por Downtown Manhattan, no lo dudéis, saldréis de Housing Works con un buen café en el cuerpo y algún libro bajo el brazo. 

Fuente

Cuatro librerías, tres puntos: West Village, Union Square y Soho. Ese fue el resultado de mi cacería libresca neoyorquina. Una especie de punta del iceberg de lo que esta apasionante ciudad tiene que ofrecer en materia literaria. Pero si disponéis de poco tiempo, añadid a este paseo una entrada a la New York Public Library y quedareis bastante satisfechos. 

¡Ah! ¿Y os acordais de mi desconsolada maleta? La pobre sabía lo que se le venía encima. Trece libros ni más ni menos. Así dejo claro que no soy supersticiosa :) ¡Nos vemos en la siguiente entrada y hacemos las presentaciones!


PD. Un beso para todos y muy felices lecturas. 

lunes, 17 de agosto de 2015

Notas para terminar un verano

Instantáneas de verano
Mira que he intentado evitarlo; pero, al final, el verano siempre gana la partida y termina por alejarme del blog. ¿Será posible que haya pasado más de un mes desde la última vez que escribí? ¡Así no vamos Mariquilla! 
Lo cierto es que eso de no tener internet en el apartamento influye bastante. Lo quiera o no, no me queda otra que someterme a una terapia de desconexión forzosa y, aunque me fastidie los primeros días, al final agradezco este tiempo alejada de las pantallas. No hay nada que pueda compararse a lo que vivimos y experimentamos con el mundo y la gente que nos rodea. Cada una de esas fotografías que veis arriba, conserva momentos felices compartidos con los míos: una boda, un viaje a un pueblecito escondido, tardes de cartas, desayunos tempranos para ver amanecer, conversaciones eternas de sobremesa, lecturas recomendadas y, siempre un mismo fondo, ese trocito de mar tan nuestro que desgraciadamente ya no puedo ver.

Pero bueno no me quiero poner triste; ahora, con las baterías cargadas, toca volver a la normalidad. Me he reencontrado con mi wifi, con mis pantallitas y con el mini piso parisino que nos alberga a Jean, a mi y a los tropecientos trastos que hemos traído en nuestras maletas. Entre ellos, como no, bastantes libros. Así que aquí me tenéis, haciendo malabares para encontrarles hueco entre las estanterías. De momento están colocados en el suelo, formando torres más o menos inestables. Pero ¿os imaginais el drama que se avecina cuando por falta de espacio en el salón, en la habitación y en la cocina tenga que condenar a alguien a viajar hasta el aseo? ¿Podeis visualizar a Virginia Woolf, a E.M Forster, a Jane Austen, a Henry James o a Barbara Pym en semejante situación? Mira, si se enteran los pobres que viven junto a la bañera y la taza del váter se mueren de nuevo :D
Supongo que en el fatídico caso de tener que trasladar a alguien hasta allí, me llevaré primero a los pioneros americanos; cosas peores habrán visto Mark Twain, Elinore Pruitt Stewart, Francis Bret Harte y Calamity Jane.

Y mientras aclaro mi mente y mis estanterías, pongámonos al día con el blog. Estos días he leído sin contención y ya he terminado aquellos libros que os enseñaba a principios de julio y algunos otros que se han colado en la lista.  Creo que es buen momento para hablar sobre lo que han dado de si estas lecturas y para enseñaros los libros que he ido comprando durante estos días. Espero que alguno de ellos os pique la curiosidad y podáis añadirlo como lectura veraniega de última hora. 

Pero antes de nada, tengo que compartir con vosotros una entrada pendiente que he disfrutado muchísimo escribiendo. Aquella cita literaria con Nueva York que os prometí. Así que aprovechando que muchos estáis todavía de vacaciones…¡empecemos viajando  con ella!

Por hoy nada más. Un abrazo muy fuerte a todos y felices lecturas. 

Lecturas de verano listas para comentar.
PD. ¡Qué feliz me hace saludaros de nuevo!